Cada 1 de noviembre se celebra el Día Mundial del Veganismo, efeméride instaurada en 1994 por The Vegan Society del Reino Unido, en conmemoración de los 50 años de la creación del término “vegano”. Más que una fecha simbólica, es una invitación global a repensar cómo nuestras decisiones cotidianas impactan en los animales, las personas y el planeta.
Una mirada que conecta las luchas
Lejos de ser solo una dieta o una tendencia, el veganismo es un movimiento ético y político que cuestiona los sistemas de opresión que sostienen la desigualdad.
El especismo —la creencia de que la vida humana vale más que la de los demás animales— comparte raíces con el racismo, el sexismo, el clasismo y la destrucción ambiental. Todos responden a la misma lógica de dominación: la idea de que unos cuerpos existen para el beneficio de otros.

Históricamente, las luchas por los derechos de las mujeres, las comunidades racializadas, el ambiente y los animales han estado entrelazadas, la historia muestra que no hay justicia posible si no es para todos los seres que sienten.
“Cuando hablamos de justicia social, también tenemos que hablar de los derechos de los demás animales. Los mismos sistemas que oprimen a las mujeres, a los barrios o al planeta, son los que oprimen a los animales no humanos. Las luchas están conectadas, y solo si las entendemos juntas podemos hablar de verdadera liberación”, reflexiona Jesica Bon Denis, fundadora de Animal Interseccional.
Un llamado a América Latina
En América Latina, donde la desigualdad social y ambiental es estructural, el veganismo interseccional propone mirar más allá del plato. Se trata de una práctica política y comunitaria, que entiende que no se puede construir un mundo más justo si el acceso a una alimentación ética sigue siendo un privilegio.
Proyectos como Veganismo de Barrio, buscan romper el mito de que el veganismo es elitista. Desde ferias populares, recetarios accesibles y campañas de sensibilización, la iniciativa demuestra que una alimentación sin animales puede ser también económica, nutritiva y solidaria.
Hacia una liberación colectiva
Este 1 de noviembre, la efeméride invita a repensar la forma en que habitamos el mundo. Todos somos animales, parte de un mismo tejido vivo. Cada acto de consumo, cada elección, cada conversación puede ser un paso hacia una ética de la compasión y la coherencia.
Celebrar el Día del Veganismo no se trata solo de dejar fuera los productos de origen animal, sino de cuestionar un modelo que normaliza la explotación y el sufrimiento. Es reconocer que la liberación de los demás animales está profundamente ligada a nuestra propia liberación.
Más información en: www.animalinterseccional.org

 
					
 
	

