Tomarse un café en los pintorescos barrios de Buenos Aires es un ritual de encuentro con uno mismo, con otros y con la historia. Una experiencia que no puedes dejar pasar y que debes anotar como un imperdible en tu itinerario por la ciudad.
‘Las callecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo’, dice uno de los tangos más populares de Ástor Piazzolla. Y no miente. Las historias que cuentan sus viejos empedrados, aromas, sonidos y gente, las hacen místicas. Y un imperdible para recorrerlas como se merecen es conocer sus tradicionales cafés, que son también un depósito de anécdotas, personajes y vivencias, que los hacen únicos.
Cada uno de ellos esconde interesantes historias, siempre dispuestas a ser descubiertas por cualquier curioso, a través del relato de algún mozo o, por qué no, de otro comensal. Por eso es que, este 26 de octubre, los cafés, confiterías y bares de la capital trasandina se vistieron de fiesta para celebrar el Día de los Cafés de Buenos Aires, en una combinación de gastronomía y cultura local.
Pero no todos son iguales, cada uno tiene su mística. Por ello, te dejamos a continuación los 5 cafés más emblemáticos de Buenos Aires que te recomendamos visitar en tu próximo viaje al país trasandino, que ya abrió sus fronteras para los turistas chilenos:
CAFÉ TORTONI
Es precisamente el que otorga la fecha al Día de los Cafés de Buenos Aires, puesto que fue un 26 de octubre (de 1858) que abrió sus puertas, transformándolo en el más antiguo de Argentina.
Con más de 163 años de historia, todavía resuenan las voces de grandes figuras que lo visitaron en busca de inspiración, como el cantante Carlos Gardel; los escritores y poetas Gabriela Mistral, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda, Federico García Lorca y Alfonsina Storni; y, según se cuenta, hasta el mismo Albert Einstein.
Le debe su nombre a su homónimo de París, pero su majestuosa fachada, sus mesas y columnas de mármol, sus vidrieras del siglo XIX en el techo y el halo que lo rodea, hacen que nada tenga que envidiarle. Sin mencionar que sus paredes emanan pura cultura e historia, inmersas en un característico estilo que remite a otros tiempos.
CAFÉ DE LOS ANGELITOS
Atravesar las puertas de este café te teletransporta al pasado. Al ingresar, se genera la sensación de volver a 1890, cuando fue fundado y, si bien durante 14 años permaneció cerrado, no perdió el toque. Sus paredes cuentan historias, a través de fotos que recrean la época en que nació, mientras -desde un balcón- baja la música en vivo de un bandoneón e inunda el salón al ritmo del 2×4.
CAFÉ MARGOT
La tradición gastronómica es el fuerte de este café del barrio de Boedo, otro inseparable de la identidad e historia de la capital trasandina.
Entre quienes tienen un paladar más exigente, se dice que el imperdible de la casa es el sándwich de pavita al escabeche, creado en los años 40. Y por qué no acompañar la experiencia con la lectura de un libro, de esos que duermen en la biblioteca situada en la parte de atrás del local.
Desde 1904, este lugar fue testigo del paso de anarquistas, tangueros y escritores, recordados en los retratos de sus paredes.
CAFÉ FEDERAL
Se trata de uno de los cafés más icónicos del típico barrio de San Telmo, que antes de convertirse en lo que es hoy fue una pulpería, una tienda de comestibles e, incluso, alojó un prostíbulo, según cuentan.
¡Vaya si guardaran historias sus mesas y mostradores! Tiene más de 150 años y los demuestra orgullosamente a través de viejas publicidades, fotografías y objetos antiguos.
CAFÉ LA BIELA
Los amantes del deporte y en especial del automovilismo tienen parada obligada en este café. Su propio nombre está inspirado en la pieza del auto de un piloto argentino que se rompió en la esquina de Recoleta donde está situado el bar. Mito o realidad, lo cierto es que por las mesas de este emblemático café pasaron grandes de la Fórmula 1, como Jackie Stewart o Emerson Fitipaldi, y figuras de otros ámbitos, como los entonces reyes de España, Juan Carlos y Sofía.