El enoturismo, turismo relacionado con la cultura del vino, ha ganado una gran relevancia también en Iberoamérica en los últimos años.
Esto, no sólo como una fuente de ingresos económicos, sino también por fomentar la apreciación del vino, por preservar y promover la identidad cultural y el patrimonio, por contribuir al desarrollo socioeconómico responsable y sostenible de las regiones productoras de vino, por generar empleo a los residentes mejorando la calidad de vida local, por fomentar el respeto al medio ambiente, por diversificar y desestacionalizar el turismo, y por el reconocimiento de las gastronomías autóctonas, entre otras.
La puesta en escena de la organización Asociación Iberoamericana del Enoturismo (AIBE) bajo la marca Organización Mundial del EnoTurismo (OMET- GWTO) se concibe como un hito importante, orientada a estrechar los lazos entre los destinos enoturísticos de habla hispana y portuguesa, así como con los destinos emergentes y consolidados de otros continentes.
Ser parte de una red enoturística mundial representa para Iberoamérica una oportunidad única de integrar sus riquezas culturales y gastronómicas, mientras proyecta sus regiones vitivinícolas al mundo.
Esto fortalecerá el posicionamiento de Iberoamérica en el mapa global del enoturismo a través de sus propuestas diversificadas y responsables.
El enoturismo es una tendencia en crecimiento, y este tipo de vinculaciones comparten y consolidan esfuerzos, fortalecen las redes de colaboración entre países y destinos, protegiendo las tradiciones culturales relacionadas con el vino e impulsando las buenas prácticas: mayor visibilidad, acceso al conocimiento para su profesionalización, colaboración internacional y el fortalecimiento de las economías regionales.
La Asociación Iberoamericana del Enoturismo se circunscribe al plan estratégico de la Organización Mundial del Enoturismo de implementación de Asociaciones regionales de Enoturismo en los cinco continentes.
Imagen portada: Gabriel Tovar

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